jueves, 2 de junio de 2011

Los del 7 y otras rarezas

Pues resulta que, no sé si por generación espontánea o por ciencia infusa, me he hecho taurina.

Solamente queda una tarde, la de hoy, para que concluya la feria de San Isidro. Después de mi primera feria como aficionada, lo único que me atrevo a afirmar sin miedo a equivocarme es que este arte es muy difícil.

Lo más complejo de entender de todo es el público. Es práctica generalizada entre los abonados del 7 abuchear a todo el mundo, o eso me parece a mí. Se dice de ellos que son los entendidos, los que más saben. Y de vez en cuando parece verdad. Por ejemplo, solamente ellos van con pañuelos verdes (el de cambiar el toro) a la plaza, y tan pronto el toro dobla las manos a la salida del caballo, los agitan. Y generalmente suelen tener razón, pues el presidente termina, en efecto, cambiando el toro. Una no sabe si lo cambia por efecto de las "sugerencias" de los del 7, o simplemente coinciden sus criterios.

En cambio, todos los días sin excepción, los del 7 se enzarzan en una pelea que poco o nada tiene que ver con los toros. Resulta que los de la parte alta (la grada y la andanada) lanzan cosas a los de la parte baja (el tendido). Como lo oyen. Lanzan objetos, literalmente. Indefectiblemente, ocurra lo que ocurra en el ruedo, los del tendido se dan la vuelta y se ponen a gritar a los de la grada, que les devuelven los gritos en lo que es un ritual ancestral que cada tarde dura unos cinco minutos. Cinco minutos durante los cuales las ventas carece de sabios que impongan su estricto criterio pues, simplemente, no están mirando.

Otra característica intrínseca de los del 7 es que, siempre, pase lo que pase, hasta donde yo he podido observar, están cabreados. Para ellos todos son malos. Todos los subalternos son malos, todos los toreros son malos y sobre todo y por encima de todo, todos los picadores siempre son malos.

Al menos una vez cada corrida uno del 7 (¿Será siempre el mismo?) grita: ¡Picadoooooor!, así, alargando la o, a lo que los demás, a coro, responden ¡qué malo eres! Una cosa que me alucina de este momento es que tengan en tan poca estima al picador que ni siquiera le llamen por su nombre. (He de añadir que, al menos en las ventas, cuando uno entra le dan un papelito en el que figura el nombre de todos los miembros de las cuadrillas y el papel que desempeña cada uno). Además, este grito de guerra solamente se usa para los picadores, el resto de miembros de las cuadrillas son insultados de otras maneras.

Hay un caso en el que no se abuchea al picador: cuando, debido a la posición relativa de toro y caballo, aquel no es visible desde el 7. El picador poco avezado podrá pensar que lo está haciendo bien, pero no. Al segundo , en cuanto el caballo se mueve un poco y permite ver el toro desde el 7, se le abuchea. Este es uno de esos momentos que me llevan a pensar que, en efecto, algo sabrán...

Esto me lleva a pensar en... el tercio de varas, ese ser misterioso. pero lo dejo para mañana.